¿Cuál es el mejor tenor de la historia? (I)
Mantuvimos ayer unos colegas un debate en Radio Clásica sobre la cuestión de cuál había sido el mejor tenor de la historia. De la historia contemporánea. O de la edad que inauguró Caruso, patriarca del escalafón con sus cualidades vocales, carismáticas y fonogénicas. Ya es una restricción sustraer el debate a los siglos anteriores, pero conviene acotar nuestro tiempo porque lo contrario significaría recrearse en un ejercicio de especulación.
Nos faltan argumentos concretos. Y habría que convenir, acaso, que el tenor más importante de la historia fue Gilbert Duprez, artífice del primer do de pecho computado en una función operística -Guillermo Tell, 1831- y cuyo impacto dejó a los espectadores en estado de hiperventilación. Les pareció un sonido sobrenatural que concedió a la familia de los tenores el lugar de privilegio del escalafón, aprovechando el crepúsculo de los castrati y haciendo de los agudos y sobreagudos de pecho una suerte de categoría sobrehumana, sadomasoquista.