Cómo montar la tabla de quesos perfecta
Una tabla sencillita, pero a él ya le iba bien / GIPHY
Que te pongan delante una tabla repleta de quesos variados –algunos más suaves, otros tan fuertes que pican, unos blandos y otros prensados, todos diferentes entre ellos, pero iguales en su deliciosidad– preparada por un profesional es uno de los mayores placeres de la vida. Ese fantástico momento en el que seleccionas el queso, cortas un trocito, lo pones en otro trocito de pan, añades algún aderezo, te lo llevas a la boca y, con un poco de suerte, consigues la combinación que llevará a tus papilas gustativas hasta Shangri-la.
Entonces, se te ocurre invitar una noche a cenar a unos amigos. “Prepararé cuatro cositas”, les dices, pero como saben que lees este blog todo el mundo espera que te lo curres, claro. Y recuerdas aquella tabla y ves la luz: ya tienes un tercio de cena solucionado. Vas al mercado o a tu dealer quesero y compras un poco de esto y un poco de aquello, dos mermeladas, panes de todos los colores y pides en la cadena de Whatssup “cenita en casa” que alguien traiga también vino blanco. Pero cuando llega el momento de preparar la tabla que te va a hacer petarlo definitivamente, empiezan los problemas. No sabes en qué orden tienes que poner los quesos, te entran las dudas sobre el pan que has escogido, lo de la mermelada empieza a parecerte una mala idea y, cuando llegan los invitados, descubres que todos han traído vino blanco afrutado y a los sabores más fuertes no les chuta tan bien.
No es buena idea mirar mucho esta foto antes de desayunar / PONCELET
Para leer el resto del articulo de Mònica Escudero, seguir este enlace. http://blogs.elpais.com/el-comidista/2014/10/como-petarlo-con-una-tabla-de-quesos.html