COMER EN UN CHIRINGUITO
El autor de Sinopsis de Cine cuenta el drama de ir a la playa dispuesto ponerte como La Moñoño y volver esquilmado, malcomido y encima sin conocer a Moncho.
Arroz con cosas y un ser humano. PAZ MARTÍN
Bueno, pues el otro día comí en un chiringuito y os voy a contar un poco.
Este verano lo estoy viviendo a tope, con toda la paga extra. Por eso el otro día bajé a la playa y no me llevé bocadillo ni táper con filetes empanados. A las 14 horas, cuando me entró la gusa, recogí mi toalla y mis moscas y me fui a comer a un chiringuito, como la gente con viruta. Sin roñerío.
Recorriendo el paseo marítimo vi uno que llamó mi atención. “Chiringuito Montxo Beach. Family paella and patatas revolconas”. Con ese nombre cosmopolita tenía que ser bueno por fuerza, así que aguanté los 45 minutos de espera mirando con odio a los comensales que ya habían terminado pero no se levantaban de la mesa. Esa gente es peor que los que piensan que el cajero automático es una tragaperras.
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