Siempre que observo un acto de incivismo en la naturaleza, como el muy ibérico gesto de tirar un residuo al suelo en mitad del monte y seguir caminando como si nada, me pregunto si esa persona hará lo mismo en su casa

Restos de basura en el campo
Siempre que observo un acto de incivismo en la naturaleza, como el muy ibérico gesto de tirar un residuo al suelo en mitad del monte y seguir caminando como si nada, me pregunto si esa persona hará lo mismo en casa.
Si descansará en el sofá del salón, dormirá en su cama o caminará por los pasillos de su vivienda rodeado de escombros, como los pobres enfermos que padecen el Síndrome de Diógenes. Seguramente no.
Entonces -me pregunto- si en verdad somos incapaces de arrojar un residuo al suelo ya sea en nuestra propia casa o la de otro, si a nadie se le pasaría por la cabeza quitarle el envoltorio al helado y dejarlo tirado en el suelo del comedor o acabar de servir el vino y arrojar la botella vacía a los sofás, ¿por qué no mantenemos ese mismo hábito cuando salimos al campo?