Obscenidades románicas como pararrayos del Diablo
Historiadores del arte reunidos en un curso debaten sobre las múltiples interpretaciones de la iconografía sexual de unas iglesias que en España cuentan casi mil años
Canecillo de la colegiata de San Martín de Elines (Cantabria). FUNDACIÓN SANTA MARÍA LA REAL / JAIME NUÑO
¿Por qué ese hombre exhibe su enorme falo que parece apuntarnos? ¿Y ese otro barbado que se masturba? ¿Qué sentido tiene que esa mujer nos enseñe la vulva? ¿Esa pareja está en pleno coito? Todos están ahí desde hace casi mil años, en iglesias románicas del norte de España, tanto en el exterior, en los canecillos, elementos decorativos de las vigas que sujetan los aleros, como en el interior, ya sea en capiteles o incluso en pilas bautismales. ¿Por qué los canteros medievales desplegaron esta iconografía procaz? ¿Qué quería transmitir con ellos la Iglesia católica? A todo esto han intentado responder, y de paso acercar a la mentalidad y sociedad medieval, los expertos congregados el pasado fin de semana en el curso Arte y sexualidad en los siglos del románico, celebrado en el monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo (Palencia).
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Sexualidad en iglesias españolas románicas
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