La vida secreta de William Shakespeare
La vida secreta de William Shakespeare
Dejó a su mujer y a sus hijos por el teatro. Amasó una gran fortuna con sus obras porque entendió el gusto popular y porque siempre tuvo claro que quería ser rico. Incluso, dicen, fue prestamista. Por Javier García Cristóbal
Hacia finales del siglo XVI, ser actor en la Inglaterra isabelina era una profesión de riesgo. En 1572, un acta parlamentaria había estipulado las condiciones para el «castigo de los vagabundos», entre los cuales se incluía a «practicantes de esgrima, cuidadores de osos, intérpretes de entremeses y trovadores que no pertenezcan a barón alguno del reino ni a otro personaje de mayor categoría».
Shakespeare escribía rápido y aprovechó el éxito porque quería hacerse rico
El escritor británico Peter Ackroyd en su biografía de William Shakespeare describía cómo los teatros no eran lugares reservados para las clases más cultas, sino espacios donde se divertían las clases populares. Los actores no eran considerados rutilantes estrellas como sucede ahora, sino una suerte de vagabundos que procuraban diversión a los otros a cambio de dinero y cuya actividad llegaba a estar prohibida durante largos periodos de tiempo. Era entonces cuando las compañías realizaban sus giras por todo el país. Fue quizá una de esas compañías la que despertó en Shakespeare la vocación de actuar, porque, además de dramaturgo, fue actor durante más de 20 años. Y no fue un mal actor; representó sus propios papeles, especialmente los de rey, por su porte decidido y su voz resonante. Pocas veces hizo papeles cómicos, pero aprendió a cantar y bailar, a tocar instrumentos…