Después de muchos años viajando constantemente, a veces me preguntan familiares, amigos y conocidos que cuál es el país y la ciudad que más me gusta de las que he conocido. Siempre contesto lo mismo, que a mí me gusta tanto viajar que no hay lugar al que no encuentre algo, pero que, si alguien me pusiera una pistola en la sien y me dijera, “elige una”, elegiría Tokio. No hay ciudad más limpia, con gente más educada, tanto en lo personal como en lo profesional, con tanta historia y, a la vez, tan futurista, en donde la tranquilidad y el estrés tienen su momento y su lugar, como lo tienen el orden y la pizca de locura y donde, como no, con permiso de París, de Madrid, de Nápoles, de Beijing, de Bangkok, se come como en ningún otro lugar sobre la tierra.